
Te dejo los oídos vacíos
y la nariz intacta.
Te dejo con el torso desnudo
y la boca entreabierta.
Te dejo los labios partidos
y la espalda opuesta.
Te dejo de pie;
de frente a mi fin.
DONDE LA MATERIALIZACIÓN DE LA LOCURA SE TORNA POSIBLE
Y ya no era solo el viento. El problema eran las hojas. No dejaban de caer. Eran demasiadas y no nos daban tregua, nos estaban sepultando vivos. Pero a nadie le importó mucho; hasta que comenzaron a morir. Morir por asfixia, aplastados, desaparecidos.
Ya se habían vuelto demasiadas.
Ahora, las mismas hojas servían de tumbas.
El otoño había convertido la ciudad en un cementerio. Y fue solo hoy que encontré el sentido en las palabras de mi madre. “No pises las hojas. No sabes lo que puede haber debajo”. Pero yo ya lo sabía; era una de las razones por las cuales ya no salía de casa.
Después de tantos años de buscar a Dios y notar que Su misericordia aún seguía sin manifestarse, escuché nuevamente Su nombre por entre la piel y las sábanas, en la extasiada voz de María.
Cada mañana de domingo, hemos de comenzar el ritual. Colocándome sobre el carnal altar, le alabo una y otra vez mientras los frenéticos labios de María rezan fervorosamente y claman Su nombre. Pero no hay caso. No hay señales de Él. No hay vino ni resurrección de la carne. La vida pasa y ningún solo milagro.
-¿De verdad lo crees?
A raíz de los comportamientos presentados por la colectividad, debo añadir lo siguiente:
¿Es sólo cuando llegamos a representarnos nuestra propia locura es que llegamos a conocernos realmente?
Por qué está claro que “Locura” no es un nombre genérico para un grupo de personas que presentan ciertos rasgos “anormales” en común; sino que más bien, es un concepto cambiante, que se transforma en un producto distinto dependiendo de la materialización que le dé el sujeto en cuestión.
Por lo tanto, cabría estipular que Locura es un término individual, mutable y altamente maleable. Su producto nos permitiría apreciar, al argumentar el factor “único” de cada ser humano, la derivación a miles de tipos de Locuras, en variantes de forma, grado, tipo, representación… irrepetibles en el transcurso del tiempo y en la historia de los hombres.
Pero el dilema se presenta ante la siguiente pregunta:
¿Seremos todos partes de este infinito universo que representaría
A pesar de que muchos preferirían no serlo, dejaremos en claro que lamentablemente para éstos últimos, TODOS somos parte de ella.¿Por qué?
Porque por su parte, el concepto “Normalidad” también se encuentra vacío de contenido representable. Es solo una vaga idea surgida de la contraposición a este universo infinito y creador de Locuras.
Cada uno de nosotros es un loco para alguien más. Y lo mejor de todo esto, es que no hay cura para nuestra locura personal; porque de haberla, pondríamos fin a la autenticidad, y por sobre todo, a nuestra propia individualidad.
He aquí mi propia Locura personal. Espero que otros pacientes se integren a esta Clínica; no para buscar una cura, sino que para sentirnos parte de este universo creador que siempre repite el mismo factor base común: la individualidad.